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El aumento del turismo en Medellín dejó a la capital antioqueña como la segunda ciudad del país donde más extranjeros llegaron en 2022 y desnudó la compleja problemática de la explotación sexual de niños, niñas y adolescentes en apartamentos y fincas de recreo de la ciudad y sus alrededores.
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La Mesa contra el ESCNNA reveló que entre 2020 y 2022 se reportaron, solo en Medellín, 788 víctimas de explotación sexual según la Fiscalía General de la Nación y 714 según información de la Policía Nacional.
La tendencia va en aumento y así lo muestra el indicador de frecuencia poblacional de casos. Para el 2022, esta cifra fue de 32 víctimas por cada 100.000 niños, pero solo entre 2016 y 2021 pasó de 33,8 a 60 víctimas.
En una correccional federal del estado de Texas permanece recluido el profesor estadounidense Michael Wayne Roberts. El hombre acaba de ser condenado a 7 años de prisión en mayo de este año por una corte federal de Austin tras participar en conductas sexuales ilícitas en Medellín.
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La justicia norteamericana lo encontró culpable de pagar dinero a cambio de sexo a tres niñas colombianas entre los 13 y los 15 años en múltiples ocasiones mientras vivió en la capital antioqueña durante la pandemia.
La problemática se evidencia en exclusivos sectores de Medellín donde los turistas rentan apartamentos turísticos.
Foto:
Jaiver Nieto / EL TIEMPO
El modus operandi de Roberts, de 41 años, consistía en abusar a las adolescentes en apartamentos temporales rentados por plataformas.
Una de sus víctimas relató a EL TIEMPO que el hombre llegó a hospedarse en El Poblado, Envigado, Itagüí, Buenos Aires y otros sectores de Medellín y sus alrededores. Su caso es solo uno de los múltiples hechos de explotación sexual de niños, niñas y adolescentes que se han dado a conocer en la capital antioqueña en los últimos años en este tipo de condiciones.
En la ciudad y sus alrededores se ha normalizado que cada vez se vean más menores de edad ingresando a los edificios donde se rentan apartamentos de alojamiento temporal. No viven allí ni tampoco van a visitar a algún familiar. Son llevados por turistas —casi siempre extranjeros— para ser explotados sexualmente.
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No se trata de una problemática nueva. Expertos tienen registros de la situación en inquilinatos y hoteles de ‘mala muerte’ en el centro de la ciudad desde hace más de 20 años. Pero ahora, la explotación se mueve silenciosamente en barrios residenciales, edificios de apartamentos y fincas de recreo donde los delitos pasan desapercibidos.
Las víctimas, en cambio, siempre son las mismas: niñas y adolescentes de sectores populares que caen en manos de intermediarios, proxenetas y organizaciones criminales o son inducidas a la explotación por influencia de un amigo o una amiga que las invita a ganar dinero fácil.
Los turistas rentan apartamentos en Medellín y sus alrededores.
Foto:
Jaiver Nieto
Una problemática invisibilizada
El modelo de turismo que se está haciendo en la ciudad —no el que se promueve institucionalmente— está muy ligado a la fiesta, drogas y sexo
“La medida de cerramiento, por ejemplo, que tomó la Alcaldía no limita el ejercicio de la prostitución, sino la asistencia de menores para que no se dé la explotación. El problema se desplaza y va a lugares como apartamentos o fincas de recreo en municipios aledaños a Medellín”, explicó Jazmín Santa, docente investigadora de la UPB y representante de la Universidad en la Mesa contra el ESCNNA de Medellín.
Con la académica concordaron otros siete expertos e investigadores de la problemática que fueron consultados por EL TIEMPO y quienes señalaron que el incremento de los alojamientos temporales en la ciudad—a través de plataformas en línea— facilitan a los turistas el acceso a lugares de hospedaje donde explotan a niños, niñas y adolescentes.
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“Estas casas, apartamentos y fincas no cuentan con recepción o protocolos. Muchas veces ni siquiera las personas entienden y comprenden la responsabilidad que es tener un lugar de hospedaje con un Registro Nacional de Turismo. Esto hace que sea más fácil cometer el delito en nuestro país”, aseguró Katherine Jaramillo, directora de Valientes, una ONG que lucha por la prevención y erradicación del tráfico de niñas, niños y adolescentes con fines de explotación sexual comercial.
Si bien no todos los visitantes llegan a Medellín en busca de ‘experiencias sexuales’ con menores, los reportes de extranjeros detenidos han visibilizado lo que académicos, funcionarios e investigadores comprometidos con el tema han estado discutiendo desde hace años.
“El modelo de turismo que se está haciendo en la ciudad —no el que se promueve institucionalmente— está muy ligado a la fiesta, drogas y sexo. Dentro de esa forma de turismo, la baja judicialización y la permisividad que se percibe en el aire lleva a ese mensaje de que acá se puede tener relaciones sexuales con menores de edad”, indicó Iván Muñoz, docente investigador de la Universidad de Antioquia.
Retornan los turistas extranjeros a las calles de Medellín.
Foto:
Jaiver Nieto Álvarez / ETCE
Aunque los datos varían entre las fuentes y existe un amplio subregistro por las denuncias que se dejan de hacer, para la Mesa la situación es grave y debe llamar la atención de las instituciones y la ciudadanía en general.
“Los alojamientos en plataformas se desenvuelven en un espacio privado, en el cual la acción institucional todavía no tiene las herramientas para hacer control. Un policía no puede ir a un apartamento arrendado por plataforma para ver qué está pasando adentro. No es lo mismo en una discoteca que es abierta al público y que por regulación sí se puede entrar”, agregó Muñoz.
Según datos de Mabrian Technologies, citados por la alcaldía de Medellín ante el concejo distrital, a febrero de 2023 había en la ciudad 5.921 alojamientos por plataforma con una capacidad de 22.750 camas. Solo durante 2022, 3.671 viviendas turísticas renovaron su Registro Nacional de Turismo, lo que representa el 67,8 por ciento del total de establecimientos turísticos de la capital antioqueña.
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Tyler Schwab, fundador de la ONG Libertas International, explicó que hay varios grupos en Facebook denominados como ‘Medellín Expats’ en los que se ofrecen alojamientos temporales en apartamentos sin mayores restricciones.
“Dicen que no hay cámaras, no hay seguridad, que hay piscina y nueve habitaciones. En esas palabras, ofrecen los lugares para explotación sexual sin ponerlo por escrito”, comentó Schwab, quien agregó que, a través de estas páginas, incluso, se comparten recomendaciones para buscar niñas o mujeres “más fresquitas”.
Estos son los grupos en Facebok de ‘expats’ en Medellín.
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‘Me ofreció 400.000 pesos’
A Andrea* una amiga menor que ella la invitó un día a acompañarla a una fiesta con el estadounidense Roberts. Fue hace, más o menos, unos dos años, en plena pandemia. Cuando llegó al edificio —ella no sabía que se alquilaban apartamentos para viajeros— no le hicieron ninguna pregunta, ni le pidieron identificación.
El portero la saludó y la dejó pasar, como si nada. Allí la esperaba el turista que se encargaba de pagarle transporte y recibirla. Adentro había alcohol, cigarrillos y drogas. “Son apartamentos grandes, lujosos y con todas las comodidades”, recordó la joven quien para ese momento tenía 14 años.
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La vivienda no estaba sola. Casi siempre había entre dos y tres niñas de Medellín, también de la misma edad de Andrea, que eran reclutadas por Facebook, Instagram y entre ellas mismas para estar con el extranjero.
Al principio, solo iba para acompañar a su amiga y hacer aseo al apartamento; le pagaban entre 150.000 y 200.000 pesos por dejar limpio el lugar. Luego de dos meses, Roberts le cogió confianza y le hizo una propuesta: le daba 400.000 pesos más pasajes a cambio de sostener relaciones sexuales.
Las víctimas son contactadas a través de redes sociales.
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“Nunca me agredió con golpes, ni me sentí obligada de estar ahí, pero fui abusada por él”, expresó Andrea. Fueron tres ocasiones en dos meses en dos apartamentos diferentes. La primera vez estuvo su amiga, pero después ella no volvió.
Al cabo de unas semanas, Andrea decidió alejarse y el estadounidense no la volvió a contactar. Hasta que un día su amiga le pidió que la acompañara nuevamente porque no tenían plata en la casa para comprar mercado.
Esa noche irrumpieron desconocidos en el apartamento donde se hospedaba el turista y, en medio de un altercado, la Policía Nacional aprehendió a las dos niñas. Solo hasta ese momento, cuando comenzó el restablecimiento de derechos, ella fue consciente de lo delicado de la situación.
“Tuve la suerte de que me quisieron apoyar y quitarme la necesidad que tenía. Yo dije que ya no había razón por la que yo tenía que hacer esto. Hay gente que me apoya, que me va a escuchar y que me va a creer”, contó la adolescente de 17 años que desde ese momento ha estado bajo la tutela de un hogar de paso que trabaja con víctimas de explotación sexual.
Así buscan los explotadores a los niños y niñas
Armando Zuluaga, miembro del secretariado técnico de la Mesa contra ESCNNA y funcionario de la Unidad de Niñez de la alcaldía de Medellín, señaló que las niñas, niños y adolescentes de la ciudad son contactados a través de redes sociales por los explotadores, intermediarios y organizaciones criminales.
“Las niñas ya no se están exponiendo en las calles y los parques, sino que están esperando la demanda de ESCNNA en sus teléfonos y redes sociales. Ahí se comete el delito y queda invisibilizado”, dijo el experto. A los menores les pueden pagar hasta 600.000 pesos por cada uno de los encuentros y a veces en dólares.
Los grupos armados organizados de la ciudad, de igual forma, cumplen una función dentro del eslabón criminal. Los turistas que llegan a Medellín se contactan —por redes sociales y WhatsApp— con los proxenetas y ellos disponen de las menores que son enviadas en carros o taxis hasta apartamentos o fincas de recreo.
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“Lo que hacen es sumar otra renta criminal, como el narcotráfico y la extorsión. Reclutan a las niñas y tienen sus contactos. Cuando viene un extranjero o alguien hace demanda de una niña existen catálogos donde les muestran fotos o el turista dice cómo la quiere y le envían la niña a un apartamento o finca de recreo privada, ahí no tenemos ningún contacto”, explicó Zuluaga.
Omar William Higuita, profesional del ICBF y experto en ESCNNA, agregó que estas organizaciones criminales incluso “venden” a los turistas —dice que no solo extranjeros, sino también nacionales— la explotación sexual como una experiencia para estar con un niño, niña o adolescente.
Algunas víctimas también son contactadas en sitios como el parque Lleras.
Foto:
Jaiver Nieto / EL TIEMPO
Tenemos cadenas de amigas que, mientras una es captada, de pronto por algún proxeneta, empieza a incentivar a que capte a otras niñas, niños y adolescentes
“Ofrecen experiencias que no es otra cosa que sexo. Reciben al turista con el niño o la niña, la dosis de droga y la rumba en una discoteca del parque Lleras. Es todo un paquete. Lo venden de manera clandestina y por internet hacen los pagos”, aseveró el experto.
Pero también existe otra modalidad, alertaron las fuentes, en la que las propias niñas inducen a otras a la explotación sexual bajo el argumento de ganar dinero fácil. En muchos casos, las menores —convertidas en proxenetas— reciben una comisión de 200.000 pesos por asistir con amigas a un encuentro o una fiesta con turistas.
“Tenemos cadenas de amigas que, mientras una es captada, de pronto por algún proxeneta, empieza a incentivar a que capte a otras niñas, niños y adolescentes. En algunos casos, ellas exponían que si llevaban a otras personas a estos espacios les daban un poco más de dinero y se salvaban de que fueran accedidas sexualmente”, denunció Jaramillo.
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Schwab subrayó el hecho de que los turistas que explotan menores en apartamentos y fincas de alojamiento temporal suelen conocerse entre sí. “Las niñas son abusadas por más de un gringo. Las personas están hablando, están conversando, están en grupo y los gringos que están ahí se conocen”, mencionó.
Otro panorama se ve en las calles de los alrededores del parque Lleras, aunque ahora lo recubren unas vallas, es usual encontrarse a decenas de mujeres paradas esperando que extranjeros lleguen a ofrecerles dinero a cambio de sexo.
¿Quiénes son las víctimas?
Un aspecto que complejiza la situación y que genera el silencio de la ciudadanía es que hay muchos sectores que se lucran económicamente de la explotación sexual, no solo en Medellín, sino también en sus alrededores.
Así lo detalló Higuita: “Se beneficia el de la discoteca con su negocio legal, los hoteles y hostales, el taxista y el del Uber. El turismo sexual se está saliendo del parque Lleras y la plaza Botero y se está extendiendo a Sabaneta, a fincas en Barbosa y tours en Guatapé, Santa Fe de Antioquia y Jardín”.
Las víctimas, en medio del auge del turismo, son quienes quedan invisibilizadas por la dinámica económica que adoptó la ciudad. En su mayoría son niñas —toda las bases de datos entre 2010 y 2022 indican que son más del 70 por ciento de las víctimas—, entre los 14 y los 17 años que habitan en comunas como Villa Hermosa, La Candelaria, Popular, Robledo, Manrique y Buenos Aires.
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Según contó Zuluaga, el perfil ha variado con el paso del tiempo. Por ejemplo, cuando nació la Mesa contra el ESCNNA —hace 12 años— existía una fuerte preocupación por niñas y adolescentes en situación de calle que se encontraban en explotación sexual en lugares como La Veracruz y los bajos de la estación Prado del Metro de Medellín.
Ahora, son las niñas de los barrios —de cualquier parte de la ciudad— quienes son contactadas por la demanda de explotación sexual y comienzan a incurrir en algunas prácticas como la transmisión de desnudos o material pornográfico por internet.
Este año la administración distrital adelantó el cerramiento del parque Lleras para garantizar la seguridad de la zona.
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Alcaldía de Medellín
Jaramillo, por su parte, precisó que incluso cualquier niño, niña o adolescente, entre los 12 a los 17 años, puede ser víctima de explotación sexual. “No todas son niñas o adolescentes vulnerables, que sean pobres o que estén desescolarizadas. Están en una clase media, pero las mismas dinámicas de la ciudad los están impulsando a mercantilizar sus cuerpos”, afirmó.
En algunos casos, por ejemplo, se encuentran situaciones de niños y niñas atraídos por el consumo de sustancias y las fiestas de reguetón y electrónica que salen de sus casas por varios días —incluso son reportados públicamente como desaparecidos— y regresan con dinero en los bolsillos, tras ser víctimas de trata y explotación sexual.
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“Nos hemos dado cuenta que hay niños que los reportan la primera vez que desaparecen porque la familia se preocupa. Luego aparecen pero no se hace ninguna investigación que explique qué es lo que pasa. Después no los vuelven a reportar (cuando se vuelven a ir) porque están con unos amigos y llegan el martes, pero con plata”, dijo Zuluaga.
¿Qué pasa con los alojamientos?
Los expertos consultados por EL TIEMPO señalaron que un apartamento o finca donde se evidencie que suceden casos de explotación sexual de niños, niñas y adolescentes puede verse involucrado en un proceso de extinción de dominio por parte de las autoridades.
La Fiscalía General de la Nación confirmó que eso es posible según la ley colombiana, sin embargo, desde la dirección en Medellín le aseguraron a este diario que no conocen casos al respecto en el Valle de Aburrá.
La misma secretaría de Seguridad admitió, en un debate de control político en el concejo de Medellín, que los procedimientos para que la Policía Nacional ingrese a un apartamento rentado por plataformas son complejos debido a la inviolabilidad del domicilio —según la Constitución— y sus respectivas excepciones.
Entre ellas aparece una que permite rescatar a menores que se encuentren en situaciones de peligro extremo para su vida. Aunque ahí hay que tener en cuenta que, una vez conocida la denuncia, el inspector de Policía deberá contar con autorización de los propietarios y/o ocupantes de la vivienda ante de adelantar cualquier actuación administrativa-policiva.
En muchos casos, los victimarios pagan el transporte por aplicaciones a niñas y adolescentes.
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Robinson Rueda, administrador de dos unidades residenciales en Ciudad del Río, aseguró que las empresas de vigilancia de Medellín están entregando órdenes precisas a los porteros para que todo turista que ingrese con una menor de edad a la urbanización sea reportado ante la central y se activen los controles correspondientes.
Pero los expertos reiteraron que continúan ocurriendo casos de corrupción al personal de seguridad privada, a quienes los turistas les ofrecen unos cuantos dólares con tal de dejarlos pasar con las niñas y adolescentes, sin que nadie diga nada.
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Los mismos vecinos —en muchas ocasiones— son testigos de la situación que ocurre ante sus ojos sin que se interpongan las denuncias correspondientes ni se adelante mayores controles al respecto.
Ante este complejo panorama, la Mesa contra el ESCNNA hizo un llamado a la ciudad para que, entre otras cosas, replantee su modelo de turismo que es permisivo y facilita la ocurrencia de explotación sexual contra niños, niñas y adolescentes en apartamentos, fincas de recreo y barrios residenciales de Medellín y sus alrededores.
*Nombre cambiado para proteger a la víctima
SEBASTIÁN CARVAJAL BOLÍVAR
CORRESPONSAL EL TIEMPO – MEDELLÍN
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